El síndrome de Pierre Menard

Jatniel-Villarroel./
2 min readFeb 23, 2021

Cuando tenía 15 años, la gente de mi pueblo creía que yo era un genio porque comencé a adentrarme en los caminos de la escritura. Pero yo solo me consideraba un muchacho normal con cierta afición a las letras que necesitaba leer mucho ya que algunas historietas, varias revistas y un cuento por aquí y por allá no son suficientes para hacerte un letrado o llevarte al estatus de escritor.

Entré en la universidad y seguía con pocas lecturas en mi haber; en la casa había pocos libros de literatura y en el liceo no me enseñaron nada. Comencé a leer Piedra de Mar de Francisco Massiani y los cuentos de Gabriel García Márquez. No había leído ningún autor inglés, no sabía nada del Boom Latinoamericano y en mi vida había escuchado hablar de Jorge Luis Borges.

A las pocas semanas me enteré de que la facultad de Letras estaba promocionando un concurso de cuento y decidí participar. Me senté a escribir el manuscrito para enviarlo y recuerdo que las primeras líneas decían lo siguiente:

«La obra visible que ha dejado este novelista es de fácil y breve enumeración. Son, por lo tanto, imperdonables las omisiones y adiciones perpetradas por madame Henri Bachelier en un catálogo falaz que cierto diario cuya tendencia «protestante» no es un secreto ha tenido la desconsideración de inferir a sus deplorables lectores ̶ si bien estos son pocos y calvinistas, cuando no masones y circuncisos ̶.»

Escribí un cuento de seis páginas pensando que era mi obra maestra y lo mandé al concurso.

A las pocas semanas me llegó una carta diciendo que mi cuento era una burla para el certamen y que me habían descalificado por plagio. Agregaban algo muy fuerte que, a resumidas cuentas, decía que si yo creía que ellos no habían leído a las Ficciones de Borges.

Y, ¿quién es Borges? pensé.

Fui a la biblioteca y lo encontré. Cuando llegué a su cuento “Pierre Menard, autor del Quijote”, sentí que enloquecía y que me quería morir. Fui a la iglesia y pedí que hiciesen plegarias por mi alma.

Dejé la escuela de Letras y me puse a estudiar Derecho.

Foto de Mark Cruzat en Pexels

--

--