El labio tembloroso

Jatniel-Villarroel./
2 min readFeb 10, 2021

Cada vez que tengo que salir debo pensar mucho entre si ser feliz con como soy o temer por mi vida.

Lo sé, apenas soy una joven de 16 y debería estar pendiente de otras cosas, pero hay días en que salir me da miedo. Bueno, no es salir lo que me da miedo, es estar o pasar por algunos sitios específicos.

La semana pasada salí a trotar y me puse la ropa adecuada, cuando pasé por el parque había unos señores que me decían cosas feas y no dejaban de llamarme. No sé en verdad si fea es la palabra, pero asumo que las cosas sexuales y violentas que decían no las comentan con sus hijas, mamás o abuelas. Y eso es feo.

Ni hablar de los ascensores. Si ando en falda me da un terror subirme sola a uno. Cuando tenía quince fui a visitar a una amiga, las escaleras estaban muy oscuras y decidí montarme en el ascensor de su edificio. Después de que entré, se montaron dos chamos como universitarios que se relamían mientras me veían descaradamente y hablaban de mí como si yo fuese sorda y ellos imperceptibles.

Agradezco que a los pocos segundos se montó una señora mayor que como que los conocía y ellos se bajaron.

No me vengan con cuentos, que yo no ando provocando a nadie, ando pendiente de otras cosas: quiero ir a la universidad y estudiar educación física, me gusta mucho el deporte y la recreación, no andar detrás de gente lasciva que después le echa la culpa a una.

Trato de no pensar mucho en ello; sin embargo, de vez en cuando leo noticias terribles de jovencitas que han corrido con la peor de las suertes porque hay unos que creen que los hombres no pueden controlarse. ¡Qué locura!

Ni modo, saber que eso sucede en el mundo, en mi país y hasta en mi cuadra me da miedo y el labio me empieza a temblar.

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